Nueva York.- «Tengo muy presente en mi recuerdo el haberla podido ver trabajando en su estudio, que era muy distinto a los de Alejandro Otero, Soto o Cruz-Diez. El de Gego era sumamente íntimo, casi como un refugio, sin asistentes. Ella era una artista que aunque pertenecía a la generación de los maestros venezolanos del cinetismo, solía ser muy accesible, democrática y podías ver su obra en muchos contextos.
Lo que me acercaba más a ella era el desenfado en su trabajo. Cuando la conocí ya era una mujer de más de 70 años, pero era impresionante ver la frescura de su obra incluso en comparación con lo que hacían los artistas jóvenes de aquella época», rememora Jesús Fuenmayor.
Junto a la boliviana Sandra Antelo-Suárez, Fuenmayor firma la curadoría de la muestra «Autobiografía de una Línea», que hasta el 24 de octubre se presenta en la Galería Dominique Lévy de Manhattan, con la colaboración de la Fundación Museos Nacionales de Venezuela (particularmente el Museo de Barquisimeto), la Colección Mercantil, el Museo de Bellas Artes de Houston y la Fundación de Arte Cisneros Fontanals.
Fue Fuenmayor quien introdujo a Lévy ante el mundo de Gego. «Me hace sentir muy honrado que Dominique Lévy, -una de las galeristas más portentosas de Nueva York, que exhibe a artistas que ya están inscritos en la historia-, aceptara de inmediato la propuesta que le presentamos. El que haya apoyado este proyecto es muy significativo no sólo para la propia Gego, sino para la proyección internacional de las redes que se han ido tendiendo alrededor de la artista».
«He incluido su obra en varias exposiciones que he curado en Caracas, Maracaibo y Miami. Además, la mayoría, si no todos los coleccionistas con los que he estado vinculado, tienen en sus acervos representaciones significativas y cuantiosas de obras de Gego. Una de esas colecciones tiene una obra que me perteneció y que la pude adquirir directamente de ella por una exigua cantidad porque, como es bien sabido, Gego nunca tuvo éxito comercial con su trabajo mientras estuvo en vida», agrega Fuenmayor.
Esta exhibición incluye el regreso a Nueva York de sus famosos «Chorros», piezas de alambre en cascada que Gego sólo expuso una vez en vida en Manhattan, en la legendaria galería Betty Parsons en 1970-71. Además, esculturas de Dibujos sin papel, Tejeduras, Bichos y Bichitos, series todas que recuerdan su constante reto a la geometría.
«Se puede ver el amor que le tenía a los materiales, especialmente al metal, con el cual trabajó durante décadas explorando su ductilidad con sus propias manos. Incluimos la que está considerada su última obra, en donde se aprecia esta indagación infinita con los materiales. Algunos la llaman «el Rosario» y fue encontrada a un costado de su lecho de muerte. Se trata de una cadeneta hecha con envolturas de cajas de cigarrillos. Dentro de cada envoltura transparente Gego colocó cintas de colores, como las que se usan para hacer lazos de regalos. Es una obra profundamente conmovedora no sólo por las circunstancias en las que fue hecha, sino porque muestra cómo hasta en su último suspiro siguió experimentando».
En la primavera de 2016 esta muestra «con calidad de museo», arribará a la sede londinense de la misma galería. Sólo 10% de lo exhibido está a la venta. En paralelo, Lévy anunció la publicación de dos catálogos ilustrados, curados por Chus Martínez y Kaira Cabañas.
Gertrude Goldschmidt (Gego), mítica pintora, escultora y arquitecto venezolana que llegó de Hamburgo buscando refugio en 1939, habría celebrado 103 años de edad el pasado agosto. Este jueves 17 de septiembre se cumplen 21 años de su fallecimiento en Caracas.
Tras su muerte, su familia creó la Fundación Gego, que hasta hoy contabiliza alrededor de 60 exhibiciones en Venezuela, toda América y Europa. Ésta es la segunda en Nueva York en apenas tres años.
-¿Qué hace de Gego una artista especial?
-En la feria de arte que reúne a las mejores galerías del mundo en Basilea, Dominique Lévy presentó una obra de Gego junto a Picasso, Giacometti, Twombly, Richter y un grupo de grandes maestros de siglo XX. Eso puede dar una idea de la apreciación que tiene. Si bien es cierto que su práctica artística se oponía de muchas maneras a las prácticas cinéticas y que el hecho de ser mujer redujo el protagonismo de su trabajo, los méritos de Gego desbordan esas discusiones estratégicas. Por eso nos parece importante posicionar la discusión de su trabajo ya no un contexto de la geometría latinoamericana que ha recibido tanta atención en los centros hegemónicos.
«Su obra no es solamente anti-cinética o una reacción a la tradición del arte geométrico modernista en el trópico. A lo largo de cuarenta años de dibujar en el espacio, que es su característica más emblemática, Gego no sólo logró una forma híbrida de expresión que hace que los espectadores se sientan tan cercanos a la libertad creativa, sino que a través de toda su obra le dio un énfasis a la materialidad y a los materiales con los que trabajaba que son únicos en la escultura contemporánea de la segunda mitad del siglo XX. Gego llegaba al extremo de pensar la materialidad como un problema de supervivencia y este sentido se acerca a las ideas de esa tendencia actual de la filosofía que se conoce como nuevos realismos», añade Fuenmayor, egresado del Independent Study Program del Museo Whitney de Nueva York.
-¿Qué queda pendiente?
-Nos hubiera encantado tener todos los «Chorros» juntos, pero eso nunca ha sido posible. Eso queda pendiente, como queda pendiente poner de primero la obra de Gego por encima de todo. El circuito latinoamericano es importante pero no es suficiente para darle su lugar justo en la historia a Gego. Eso también está pendiente.
Más información: www.fundaciongego.com y www.dominique-levy.com
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Fuente: El Universal
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